La rotura degenerativa es más frecuente en personas por encima de los cuarenta años, que sin hacer deporte, en pequeños movimientos casuales, van deteriorando el menisco, generalmente el interno, provocando en algunas ocasiones roturas que dan lugar a síntomas, como dolor nocturno al girar la pierna, al estar mucho sentado o de pie, imposibilidad para arrodillarse o ponerse en cuclillas, y otros.
Las roturas meniscales agudas provocan dolor, inflamación y derrame articular, dificultad para flexionar o extender completamente la rodilla, e imposibilidad para realizar algunas actividades deportivas o recreativas.
El traumatólogo valorará si los síntomas de un paciente son debidos a las lesiones meniscales o a otros motivos, como tendinitis periarticulares, sinovitis, condropatias, artrosis o lesiones meniscales.
Debemos realizar radiografías de rutina ante un paciente con dolor de rodilla, preferiblemente en carga. Si son normales y hay alto índice de sospecha de rotura meniscal, solicitaremos estudio con resonancia magnética para confirmar el tipo de lesión y cuál será el mejor tratamiento.
En la fase aguda de dolor e inflamación las recomendaciones incluyen el reposo, un vendaje o rodillera elástica, el frío local, y la toma de analgésicos o antiinflamatorios.
Una vez confirmada la gravedad de la lesión se propone el tratamiento definitivo, que en lesiones meniscales completas y sintomáticas es siempre quirúrgico.
Antiguamente se quitaba el menisco entero que estaba dañado, por cirugía abierta, pero es una técnica desechada por los malos resultados que ha ofrecido a medio y largo plazo.
Actualmente la meniscectomía parcial por artroscopia es la intervención más habitual para tratar las roturas del menisco. Consiste en quitar la parte rota e intentar ahorrar el máximo menisco posible, siempre dejando un borde regularizado y estable.
En algunas roturas recientes, en gente joven y que afectan a la parte periférica del menisco, se puede suturar para evitar una extirpación prácticamente total del mismo.
El postoperatorio de la artroscopia es apenas doloroso, aunque recomendamos un reposo relativo y el uso de muletas durante unos días. Normalmente prescribimos una heparina de bajo peso molecular para prevenir fenómenos trombóticos en la pierna. La retirada de los puntos, que habitualmente son dos, se realiza entre una y dos semanas.
La vuelta al deporte y la actividad normal depende del tipo de rotura, de su tamaño y de las lesiones asociadas. En meniscectomías simples de la parte posterior del menisco la recuperación es rápida, caminando con normalidad en pocos días. En las suturas meniscales se limita la movilidad articular durante las primeras semanas y la rehabilitación es más lenta.
Normalmente preferimos que el ejercicio inicial no implique carga, de forma que la bici y la piscina son lo más recomendado. Deportes de carrera y giro deben esperar entre 6 y 12 semanas para ser practicados.
En el postoperatorio las complicaciones son excepcionales, pero si debemos recalcar un tipo de paciente que presenta una peor evolución, y es aquél de mediana o avanzada edad con una rotura del menisco asociada a artrosis de la rodilla. En ese caso, puede existir un deterioro durante unos meses de la funcionalidad de la rodilla, con aumento del dolor al caminar, que es debido fundamentalmente a la artrosis mencionada. Algunos de estos pacientes requieren procedimientos quirúrgicos mayores en el futuro.